Hace unas semanas escuché en el noticiario de MVS, conducido por Carmen Aristegui, una entrevista que me dejó sin habla. Se trataba de otra impactante entrevista realizada por la periodista Sanjuana Martínez, al general en retiro Carlos Bibiano Villa Castillo. En ella nos enterábamos de la práctica de ejecuciones extrajudiciales dentro de la lucha contra el crimen organizado.
A lo largo de tres horas que duró el encuentro entre la periodista y el general, el verbo matar fue el que más se conjugó en todos los tiempos.
Igualmente escuchamos, gracias al audio, por parte del general, un vocabulario que bien pudo haberse inspirado en cualquiera de los personajes que aparecen en la película de Luis Estrada, El infierno, la cual trata también del problema del narcotráfico.
“El personal militar está adiestrado para el combate. No se raja. Hemos tenido civiles que a la hora de los chingadazos se les frunce. Antes aquí correteaban a los policías, ahora ni madres, los correteamos a ellos y donde los alcanzamos los matamos. Aquí hay que romperle la madre al cabrón que ande mal”
Al arrancar el operativo aclara: “Me gusta la adrenalina. Venir a patrullar. Cuando agarro a un zeta o chapo, lo mato. ¿Para qué interrogarlo? Que le vaya a decir a San Pedro lo que hizo. El ejército tiene seguridad e inteligencia, no necesita información. El día que ellos me agarren a mí no me van a agarrar a besos, ¿verdad? Me van a hacer pedazos. ¿Y qué? A eso estoy expuesto. El día que me toque, allí nos amarramos y punto”.
El tono de la voz del general, era llano; en ningún momento vaciló ni dudó de sus dichos. ¿Cómo era posible que admitiera frente a la periodista tantos horrores, de los cuales, se ufanaba porque: “mi padre es el ejército y mi madre la patria. A ellos les debo todo. Me educaron, me adoctrinaron y me prepararon para esto”.
Hay que decir que Villa Castillo ingresó al ejército a los 16 años por orden de su madre. Fue el penúltimo de los 36 hijos que tuvo su padre con seis mujeres. Es masón, dice ser incorruptible y leal hasta la muerte.
En este mismo programa, estaba como invitado por vía telefónica, aparte de Sanjuana Martínez, José Miguel Vivanco, director de la división de las Américas de Human Rights Watch, quien al escuchar lo anterior, no pudo más que agregar: “Es barbarie pura y es muy triste porque México no se merece esto”.
En efecto, Vivanco tiene razón, ciertamente, no nos merecemos al que es ahora, a pesar de estas denuncias, responsable de la seguridad pública de Torreón, Coahuila.
Respecto al anterior, me uno a la preocupación de José Miguel: “El gran responsable de todo esto es Felipe Calderón, porque nunca ha tenido la precaución esencial de reivindicar el Estado de derecho, los valores democráticos y específicamente los derechos humanos en su lucha contra el narcotráfico”.
¿Por qué diablos no ha sido, el general, sancionado y retirado de sus funciones? ¿Por qué nunca se ha explicado respecto a estos pronunciamientos?
Y por último, ¿por qué diablos quiere el gobierno legitimar, a toda costa, la guerra sucia y al mismo tiempo mantener silencio respecto a servidores como el general Villa?
De la entrevista faltaba lo peor, cuando el general se refiere a las mujeres. Su visión del sexo femenino la expuso sin sutilizas cuando se realizan patrullajes por las zonas “más calientes” de la ciudad. “Mujeres halconas hay como unas cuatro en cada red. Son mujeres pobres, gordas, todas jodidas, pero también se mueren. Con ellas no batallo, simplemente les pongo un hilo en la cabeza y se ahogan. No deben vivir. Al menos mueren completas. Un detalle por ser mujeres”.
Cuando Aristegui confrontó, en la entrevista al general en relación con lo anterior, éste naturalmente lo negó todo. “Pero si es su voz”, insistió en decirle. “Sí, pero lo que yo quise decir es que ese hilo del que hablo, en realidad es como una diadema o una pulserita como las que se usan ahora. Yo soy incapaz de hacerle daño a las mujeres, porque las adoro”.
Dice el general que por las noches duerme bien, que no lo persiguen los fantasmas y que sí tira a matar “porque ellos no me tiran con rosas”. En su pistola tiene ocho cartuchos que cuando penetran, explotan.
Hace poco, el general Villa sufrió un atentado y uno de los suyos lo traicionó y dice: “Si supiera quién fue ya lo hubiera matado al cabrón. Los que nos venden no merecen vivir”.
No hay duda, este general Villa es mil veces más violento y bárbaro, especialmente contra las mujeres, que el mismo Pancho Villa de quien se dice mandara a ejecutar a varias de ellas, por el solo hecho de querer defender a su “Juan”.
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