Nació en Villa de la Purificación , Jalisco el 24 de mayo de 1895. Sus padres eran rancheros y agricultores. Tuvo tres hermanos: María Albina, y José Guadalupe. Su abuelo, un latifundista de origen francés, creó Fábricas de Francia y fundó el Convento de San Lorenzo de Loyola en Ejutla, al suroeste de la entidad, donde Concha recibió su educación formal.
Su pasión por la música comenzó a los nueve años: acompañada de una guitarra, participó en fiestas y ferias patronales. Más grande, estudió música en Guadalajara donde llegó a interpretar a Mozart, Scarlatti, y Puccini.
Muy joven, a los quince años exactamente, tuvo a su primer hija, Yolia, quien murió en un orfanato, tras ser abandonada por Concha, pues era madre soltera.
En 1919 ingresó al Partido Comunista, y reinició su vida con Pablo Rieder, un pintor e inventor austriaco alemán, viente años mayor que ella, al cual abandonó porque no soportaba el ambiente de un matrimonio.
Concha rompió con el molde de las mujeres jóvenes de ese México, a quienes se les exigía pureza, pudor, recato y honestidad.
En busca de sus sueños, cruzó la frontera y entró de forma ilegal a Estados Unidos. Ahí, permaneció cerca de un año contratada por la Escuela de Ciencias Sociales. Su suerte cambió cuando logró cantar para el magnate y filántropo John D. Rockefeller.
Concha Michel cantó duetos con Frida Kahlo, interpretaba para John D. Rockefeller, modelaba para Diego Rivera, y viajó por el mundo apoyada sólo por su voz y su guitarra. la mexicana que nació el 24 de mayo de 1899 y quien se enamoró de la música a muy temprana edad, por lo que aprendió a cantar y tocar la guitarra en un convento católico fundado por su abuelo.
Su rebeldía e inquietud llevaron a la mujer a liderar y organizar una fuga de novicias, rompió con el molde de las mujeres jóvenes del México de ese tiempo, a quienes se les exigía pureza, pudor, recato y honestidad. Michel fue conocida por su vestimenta indígena, llevaba vestidos bordados con pelo trenzado al estilo de las mujeres tehuanas de México. Viajó por todo el país, aprendiendo canciones tradicionales y cantando sus propios corridos o baladas revolucionarias, convirtiéndose en una de las pocas mujeres que cantaban esta forma en ese momento. Durante la década de 1930, viajó a los Estados Unidos donde actuó en el Museo de Arte Moderno y en la gran casa de Rockefeller. Las ganancias de sus actuaciones pagaron viajes a Europa y la Unión Soviética, donde conoció a pensadoras feministas como Clara Zetkin y Alexandra Kollontai. En 1950, estableció el Instituto de Folklore en Morelia, Michoacán, como parte de un esfuerzo de por vida para preservar la cultura indígena de México. Como lo puso en su autobiografía, “el mundo era mi universidad; mi graduación voluntaria, mi experiencia fue directa, confirmada por la vida ".
Su pasión por la música empezó a los nueve años de edad; acompañada de una guitarra, participó en ferias y fiestas patronales. Más grande estudió canto en Guadalajara, donde desarrolló su voz de contralto y llegó a interpretar a Mozart, Scarlatti y Puccini (Fondo Documental del Archivo Concha Michel, s/f). En Guadalajara, obtuvo una beca para el conservatorio del D.F. Muy joven, a los quince años tiene a su primera hija, Yolia, quien muere en un orfelinato, donde ella la dejó porque tenía que trabajar y era madre soltera.
Ingresó al Partido Comunista (PC) en 1919, año en que fueron asesinados Emiliano Zapata y Rosa Luxemburgo, fundadora del Partido Comunista Alemán. “Pocas mujeres en el México de los años veinte se atrevían a formar parte del Partido Comunista y mucho menos a declararse parte de él, pero para Concepción Michel esto era sólo un motivo más para crear recelos y polémica a su alrededor” (Cervantes, 2003).
Se casó con Pablo Rieder, un pintor e inventor austriaco-alemán, veinte años mayor que ella, al cual abandonó porque no soportaba el ambiente del matrimonio, y con él tuvo un hijo. Concha rompió con el molde de las mujeres jóvenes de ese México posrevolucionario, a quienes se les exigía pureza, pudor, recato y honestidad. Estuvieran llamadas o no al matrimonio, su vocación única debía ser la abnegación y dedicarse a aquellos que vivían en torno suyo: el padre, la madre, los hermanos, después al marido y a los hijos (Muñiz, 2004: 164).
Concha Michel baila con un mariachi de Guadalajara en la Ciudad de México
Aventurera, en busca de sus sueños, Concha cruzó la frontera y entró de forma ilegal a Estados Unidos. En Nueva York permaneció cerca de un año contratada por la Escuela de Ciencias Sociales (“Inolvidable…”, 2007). En esta ciudad obtuvo muy buenos ingresos al cantar en el cumpleaños del filántropo y magnate John D. Rockefeller (Cervantes, 2008).
Con estos recursos económicos logró viajar a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1933 para conocer la vida de mujeres comunistas como Alexandra Kollontái, la primera mujer en ocupar un puesto de gobierno en una nación, y Clara Zetkin, promotora de la celebración del 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. En la URSS cantó en diversos centros obreros y recibió varios títulos honoríficos. Después se presentó en 17 países europeos con su guitarra y la voz de su pequeño hijo (Hernández, 2013).
De vuelta en México, Concha Michel invadió la Hacienda de Santa Bárbara del ex presidente Calles, acompañada de 250 mujeres armadas de niños, con objeto de confiscarla y fundar ahí un centro de estudios para la mujer (Hernández, 2013). Fue una promotora de los derechos de la mujer trabajadora.
Después de sus viajes internacionales, veía con otros ojos a su México querido, y tenía nuevas ideas sobre la igualdad femenina, quizá demasiado avanzadas para las mujeres de su generación, que aún no alcanzaban el derecho al voto. En 1934, en un folleto titulado Marxistas y “marxistas”, mostró sus diferencias con el Partido Comunista, al que abandonó definitivamente.
Concha Michel, María Grever, Consuelo Velásquez, María Alma, Ema Elena Valdelamar son las mujeres que con su arte pudieron trascender la escena de compositores mexicanos.
Según ella, los dirigentes traicionaron la Revolución, al no tomar en cuenta a la mujer como ser igual […] Escribe en Marxistas y “marxistas” para explicar su “actual desconexión” del Partido: “no porque no esté de acuerdo con su programa en el aspecto económico que orientan Marx, Engels, sino porque no hay todavía en este movimiento una línea precisa que abarque debidamente el problema femenil, y este es el lado débil del movimiento comunista inclusive en la U.R.S.S.” (Miller, 1984: 23).
Concha Michel en su juventud
Aun siendo compañera de vida de Hernán Laborde, secretario general y primer diputado del Partido Comunista Mexicano, fue cortejada por muchos de los miembros del Partido, que no la respetaban ni por ser la compañera del secretario general. Concha se atrevió a criticar las actitudes machistas y la misoginia de la izquierda mexicana (Gargallo, 2008).
Durante esa época, la activista y periodista Juana Belén y Concha Michel redactaron y publicaron un opúsculo, titulado La república femenina:
En él proponían que la liberación femenina debía sustentarse en la propia naturaleza de las mujeres, es decir en su capacidad de creación, y no en la imitación de las actividades masculinas. Algunas de sus ideas se adelantaron 40 años a las corrientes más críticas del Feminismo de la Diferencia, planteando la necesidad de una liberación de las mujeres de los modelos masculinos, más allá de la emancipación y la consecución de una igualdad legal (Gargallo, 2008).
Sin duda, la labor de Concha Michel es importante en la historia del feminismo latinoamericano. Fue una visionaria, fiel a sus ideas.
La compositora recorrió el país cantando corridos revolucionarios anticlericales, y fue en esta etapa cuando la Secretaría de Educación Pública la contrató para recoger ejemplos de música folclórica. Registró sones, corridos, canciones, alabados, algunos en las lenguas de los pueblos originarios, y llegó a contar con siete mil piezas (Hernández, 2013).
“Esta impetuosa y valiente mujer con su hijo a cuestas, se lanza a la aventura de recorrer una gran parte del territorio del país como una soldadera, sólo que en lugar de fusil lleva una guitarra y en vez de cartucheras un cuaderno pautado” (Hernández, 2013).
Fruto de esta ardua investigación, en 1938 apareció el libro Corridos revolucionarios y, en 1951, Cantos indígenas de México. Desafortunadamente hay mucho material que permanece inédito en archivos familiares o institucionales y otra parte se ha perdido.
Se incorporó como miembro activo del movimiento artístico que emergió tras la Revolución Mexicana, con un gran interés por la música popular, y comprometida en su rescate. En ese tiempo, como afirma Elena Poniatowska:
México después de la Revolución fue muy creativo con José Vasconcelos, con la educación, con llevar los clásicos al campo, con el surgimiento de un país nuevo, con la reivindicación del color moreno, de los indígenas, el decir que nosotros valíamos igual que cualquiera en el mundo, la raza de bronce, una raza más inteligente y más creativa, y en realidad parecía que eso iba a ser (“TV y noticiarios…”, 2015).
Fue integrante de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, la LEAR, surgida a raíz de la campaña presidencial de Lázaro Cárdenas. Por medio del trabajo en equipo, los miembros de la LEAR, muchos de ellos miembros del Partido Comunista, organizaron congresos, mesas redondas, conferencias ilustradas, obras de teatro, conciertos y talleres para obreros (“El Taller de Gráfica Popular”, s/f). Algunos de los miembros eran Leopoldo Méndez, Silvestre Revueltas, Juan de la Cabada, entre otros. Y algunas de las mujeres participantes de esta liga fueron la pintora María Izquierdo y la activista Amelia Vázquez Gómez.
La cantautora es considerada una de las creadoras de la literatura oral de la revolución mexicana y de las primeras artistas de protesta –afiliadas al cardenismo–, lo que la llevó a cantar en un sinnúmero de rancherías y a recorrer todos los estados de la república. Fue creadora del Instituto del Folklor en Michoacán y una de las primeras folcloristas, recopiladora y divulgadora de la tradición del pueblo mexicano (López, 2001) (Camacho, 2012).
Detalle del grabado en madera/papel para el corrido de “La Güera Chabela” realizado por Chabela Villaseñor en 1929
Michel escribió corridos desde su adolescencia y dejó un legado de alrededor de 40, donde habla de los héroes anónimos de la Revolución Mexicana. Su postura ideológica de izquierda es patente en sus letras. Muchas de sus letras no sobrevivieron, pero el historiador Vicente T. Mendoza menciona en uno de sus estudios, dos canciones compuestas e interpretadas por Concha Michel: “La Güera Chabela” y “La delgadina”. Aquí un fragmento de “Lo que digo lo sostengo”, donde vemos que no han cambiado mucho las cosas en cien años:
¡Qué desgraciados serán
esos que entran al Gobierno
nomás a robar dinero
que tanto le cuesta al pueblo!
(apud Camacho, 2012).
esos que entran al Gobierno
nomás a robar dinero
que tanto le cuesta al pueblo!
(apud Camacho, 2012).
Otra de las composiciones sobresalientes de Concha Michel es la música para la letra del corrido de Gutiérrez Cruz “Sol redondo y colorado”, que se convirtió por un tiempo en el himno del Partido Comunista Mexicano:
Sol que tú eres tan parejo
para repartir tu luz,
habías de enseñarle al amo
a hacer lo mismo que tú (apud Enríquez, 2016).
para repartir tu luz,
habías de enseñarle al amo
a hacer lo mismo que tú (apud Enríquez, 2016).
Fue amiga de Tina Modotti y Lupe Marín, de Frida Kahlo y de la primera muralista mexicana, Aurora Reyes. Frida, Concha y Aurora fueron integrantes de la Tribuna de México, sala de discusión en la que un grupo de intelectuales debatían sus ideas sobre política y lucha social. Las tres pertenecieron al Partido Comunista de México. Una triada hecha en México, siempre orgullosa de sus raíces. La imagen de su amistad quedó plasmada en varios cuadros de la obra de Aurora, en especial en el óleo Concha, Aurora y Frida, pintado en 1949, en donde se representa a Frida Kahlo con una silueta de catrina que protege con su manto a Concha Michel, modelada en barro como una artesanía con la forma de una sirena que carga su inseparable guitarra, y a Aurora con el cuerpo de una muñeca de cartón (“Concha, Aurora…”, s/f).
Concha Michel y su hijo, Godofredo
En su libro La dramaturgia femenina y el corrido mexicano, la dramaturga Olga Martha Peña Doria nos dice sobre Concha Michel:
Con la utilización de la música, las autoras recurren a corridos, que son una forma popular de expresar a través de la música y del canto los aconteceres del pueblo mexicano; y que permiten que la imaginería popular visualice crónicas con escenas teatrales mientras se narran eventos vividos por algún personaje o suceso de importancia acaecidos en la comunidad (citado por Albores, 2011).
Concha Michel publicó varios libros en los que explicó su visión –que compartía con algunos pueblos nativos de México– acerca de una dualidad que es el principio de nuestra condición humana. En su libro Dios-Principio es la pareja, escribió:
Hacia la pareja voy
pues de la pareja vengo;
mi Patria es el Universo,
mi Matria el amor eterno.
Jerarquía de jerarquías
es el origen supremo;
fuente de luz y energía
es el Principio del Tiempo (apud Enríquez, 2016).
pues de la pareja vengo;
mi Patria es el Universo,
mi Matria el amor eterno.
Jerarquía de jerarquías
es el origen supremo;
fuente de luz y energía
es el Principio del Tiempo (apud Enríquez, 2016).
El concepto de un dios dual, andrógino, hermafrodita es importante en la ideología de Michel. Intentó formular un contramito desde el matriarcado, y reescribió los 10 Mandamientos atribuyéndolos a la Madre de Moisés (Miller, 1984).
En el poema “Dios, nuestra señora”, refirió:
Mujer, Madre del Hombre.
Humillada hasta lo más profundo de tu ser.
Para el fraile eres la imagen del pecado;
para el político, instrumento de placer;
para el artista, quizás un tema estético
y para el sabio,
un «caso» que no ha podido resolver
(“Inolvidable Concha Michel”, 2007).
Humillada hasta lo más profundo de tu ser.
Para el fraile eres la imagen del pecado;
para el político, instrumento de placer;
para el artista, quizás un tema estético
y para el sabio,
un «caso» que no ha podido resolver
(“Inolvidable Concha Michel”, 2007).
Escribió los libros: Una colección de obras para teatro (1936), Dos antagonismos fundamentales (1938), Una colección de cantos revolucionarios (1938), Otra colección de obras de teatro para la mujer (1942), Amor en las sombras (1944, novela), Cantos indígenas de México (1951), Dios Nuestra Señora (1966), y Dios-Principio es la pareja (1974).
Concha Michel
A principio de los años ochenta, Concha Michel, junto a otras ocho mujeres, entre las que se encontraban Aurora Reyes, Natalia Moguel y Antonieta Rascón, firmó un documento denominado “La Dualidad”, cuya propuesta consistía en un programa de acción mundial para que mujeres y hombres se incorporaran a una permanente lucha ideológica y afirmativa contra el autoritarismo patriarcal (Cervantes, 2008). “La mujer actual está a tal grado nulificada, que antes de obtener su participación ideológica en las organizaciones que existen, deberá desarrollarse hasta alcanzar su calidad humana, mencionan las conclusiones del documento” (Cervantes, 2008).
Concha Michel muere el 27 de diciembre de 1990 en Morelia Michoacán. Sus baluartes fueron la igualdad de la mujer y el rescate y difusión de la música popular. Su obra merece ser reconocida y difundida como artista y feminista por las nuevas generaciones.
En Febrero de 1964, Concha Michel visita Tlaltenango, y compone un corrido especial para nuestro municipio, el cual titula "CORRIDO DE AGUSTIN LORENZO" una pieza compuesta y musicalizada por la guitarra de la artista. el texto describe el desarrollo del carnaval de febrero que desde hace muchísimos años se celebra en nuestro municipio, pero con la participación de los personajes y vecinos del municipio en ese año, desde el presidente municipal don Eloy Ayala hasta don Cuatezón...
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