Ha trascendido, finalmente, el porqué de la terquedad del señor López Zavala por convertirse en el dirigente estatal del tricolor: el objetivo es instaurar un gobierno legítimo de Puebla capaz de hacerle contrapeso al gobierno legal de Rafael Moreno Valle. Tener la tribuna correcta para denunciar a la mafia que le robó la elección del 4 de julio e insertó 200 mil votos más gracias al complot encabezado por Elba Esther Gordillo y Televisa para ungir al espurio mandatario Moreno Valle.
En la mente del delfín marinista queda claro algo: los poblanos lo consideran a él un góber legítimo, mientras que el aliancismo es el gobierno espurio. Como presidente del Comité Directivo Estatal, iniciará un peregrinaje a pie por los 217 municipios de la entidad para constituir un movimiento social capaz de hacerlo ganar la gubernatura, ahora sí, allá en el lejano 2016. Un movimiento social basado en la resistencia pacífica y en la denuncia del grupo de privilegiados que se unió malévolamente para hacer una elección fraudulenta. Un movimiento “Por el Bien de Todos”.
Por supuesto, tal delirio de poder tiene su autor original en el señor López Obrador. De López a López no hay mucha distancia. Los extremos se tocan, y entre Obrador y Zavala hay un elemento común: ambos quedaron locos tras la derrota. Sólo así puede explicarse la mezcla de terquedad, obstinación, obsesión, tenacidad y porfía que los alimenta. El tabasqueño, pese a la derrota del 2006, continúa en la carrera presidencial del 2012 sin importar el daño que le hace al PRD, a los partidos de izquierda y a Marcelo Ebrard, el aspirante mejor visto de ese espectro político. Un López Obrador en las sombras y un Ebrard como candidato tendrían muchas posibilidades de ganar, pero el tabasqueño quiere el primer plano a pesar del rechazo de la ciudadanía y que nació en su obsesión por el “robo” del 2006.
A Javier López Zavala lo alimenta la misma mezcla de terquedad, obstinación, obsesión, tenacidad y porfía, pese al rechazo mayoritario de los poblanos. Pese a que nunca fue capaz de romper el cordón umbilical que lo ata a Mario Marín. Pese a que perdió 33 puntos en tres meses de proselitismo. Pese al rechazo real a su condición de chiapaneco. Pese a que su campaña fue un desmadre. Pese a que su única forma de entender la política es regalar pisos dignos y Rotoplas mediante programas sociales de los que ya no dispondrá. Pese a su incapacidad para debatir mediáticamente y a su ausencia general de ideas brillantes. Pese al equipo mediocre que lo acompaña. Pese al sello marinista que lo acompañará toda la vida. Pese a formar parte del régimen más corrupto en la historia. Pese a que no tiene ningún apoyo relevante, salvo el que lo hizo un invento sexenal. Pese a la andanada diaria de críticas que recibe. Pese a eso y muchas cosas más, Javier López Zavala se ve a sí mismo regresando del destierro para instaurar un gobierno legítimo. Igualito que su tocayo López Obrador.
Así que el PRI del señor López Zavala está destinado a seguir los mismos pasos del PRD del señor López Obrador: ganarse la antipatía de la gente, dividirse, y darle todas las canicas a las fuerzas políticas que los derrotaron. Un tricolor comandado por el desprestigiado López sólo hará más grande al gobierno de Moreno Valle. Un Moreno Valle, por cierto, que ahora dispondrá de los programas sociales federales y estatales. ¿Puede derrotarlo el hombre que perdió 33 puntos? No lo creo. Pero sólo los propios priístas pueden evitarlo.
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