Zavala para el Club Glee

Debe ser terrible cargar con la imagen de perdedor.

En su momento eso le pasó a Germán Sierra. El exsenador perdía hasta en las canicas con un niño cieguito.

Fue el primero que perdió una elección importante por el PRI (la presidencia municipal), y de ahí pa" real, crio fama y de big loser no lo bajaron. Todo lo que tocaba, lo hacía pomada.

Era como el rey Midas, nomás que al revés.

Hoy lo que queda de Germán debe sentirse aliviado.

Y es que para su sorpresa, el tiempo nos regaló a un nuevo "Príncipe de las Derrotas".

Se llama Javier López Zavala y, ya sin la sombra del marinismo, lo tendremos por acá de vez en cuando, como si de "Diana Salazar" se tratara. Es decir, como un alma en pena que va arrastrando cadenas; o mejor dicho, como alma en pena que va arrastrando campañas.

El otrora hombre fuerte del estado (debe sentirse rete feo haber tenido ese poder y después perderlo) logró otra más para su colección: Guerrero. Y es que él –tras darle ternurita a Beatriz Paredes– tenía el cargo de delegado especial para la elección. Se supone que aportaría toda su experiencia de la derrota en Puebla, y lo logró… sólo que nadie le dijo que era para que no volvieran a perder. Pero en fin. El chiapaneco ya lleva tres derrotas y sigue sumando. Y a partir de hoy (ya con nuevo gobierno), quién sabe si siga teniendo seguidores. Que los periodistas lo sigan viendo como iluminado o las chicas como a Luis Miguel.

En tanto, lo cierto es que amenaza con seguir dando pelea. Tanto, que las malas compañías me aseguran que hace unos días, el pasado 14 de enero a la una de la tarde, se reunió con su compadre distanciado, Alejandro Armenta, para fumar la pipa de la paz.

Y es que después de que a ambos los atropellara el tren del morenovallismo, hasta se dejaron de hablar y se sacaban la lengua. Pues hoy resulta, me cuentan, que ya se saludan y que ese día se dieron "el Abrazo de Acatempan".

Ante la mirada de algunos testigos, Zavala y Armenta se juraron no golpearse el uno al otro, pero no declinar el uno por el otro. Los dos aseguraron que buscarán la senaduría y que, para no “dañar más su compadrazgo”, cruzarán agendas para que ninguno vaya a autovenderse en el pueblo donde esté el otro haciendo su luchita para llegar al Palacio de Covián.

Eso sí, ambos dejaron en claro que de preferencia buscarán ser el uno y el dos de la fórmula tricolor, y que harán todo para que así sea, sin importar dejar fuera a su exjefe Mario Marín y a la peor presidente municipal que ha tenido Puebla en su historia: su archirrival Blanca Alcalá –quien para esas fechas quién sabe si ya haya terminado el Paseo Bravo–.

El problemas es que eso, que ocurrió en un restaurante de la Juárez, fue antes de que pasara la elección en Guerrero, y en el escenario zavalista estaba ganar esa elección. Cosa que nomás no pasó, y que hoy pone al primer priista perdedor de la gubernatura (Marín ya aclaró que él no lo hizo) con bonos suficientes sólo para tratar de ingresar al casting de Glee, ése donde los perdedores pueden buscar una revancha, cantando… como a él le gusta hacerlo.

Los primeros 100 días

Inicia Puebla hoy una nueva historia.

A partir de hoy, Rafael Moreno Valle arranca una de las tres etapas más significativas de todo gobierno: los primeros 100 días. En ellos sabremos de qué está hecha esta administración. En estos tres meses, el nuevo gobernador deberá manejar a la perfección sus tiempos y mensajes mediáticos, pues con ello marcará pautas que la ciudadanía entenderá a la perfección para sumarse a la causa. Tengo entendido que entre los consultores que le harán los spots está la gente Sanchís & Sanmartín, una gran empresa internacional y un gran acierto sin duda. Su trabajo lo podemos ver en los anuncios que le hicieron a Marcelo Ebrard por su último informe de gobierno. Muy emotivos, sí. Cero estadísticos, también. Es parte de la nueva gerencia política. Ojalá que a Moreno Valle le vaya muy bien. Si así le va a él, así le irá a Puebla. Así nos irá a todos. Bienvenido y adelante.