A veintisiete días de que se dé el relevo de mandos en el Poder Ejecutivo del estado, las expectativas sociales son muy altas y el futuro gobernador, Rafael Moreno Valle, cuenta con el bono democrático más generoso que los poblanos le hayan otorgado en la historia a político alguno.
Esa fortaleza –que en algún momento puede ser un riesgo– es la que permite pensar en que habrán de darse cambios profundos que permitan garantizar una mejor etapa para un estado que históricamente ha ocupado los últimos lugares en cuanto a desarrollo social, por sus propias condiciones de geografía, integración étnica y dispersión poblacional, pero también por la corrupción y la ineficiencia de distintos gobiernos para brindar oportunidades que sí han conseguido otras entidades del país.
Los poblanos no podemos, y por lo visto no queremos seguir sujetos a esa historia de marginación y miseria. Por ello la elección entre dos propuestas en verdad distintas, como las que representaron en las boletas las coaliciones Compromiso y Alianza, ambas por Puebla, que se reflejaron en campañas, estrategias, métodos y en el resultado final.
Por lo pronto, Moreno Valle prepara un equipo de especialistas en cada área; no habrá políticos saltimbanquis o multifuncionales que pasen de una secretaría a otra, sino expertos que deben dar resultados en el corto y mediano plazos.
El 1º de febrero hará el nuevo gobernador anuncios importantes en lo administrativo y enviará iniciativas de reformas profundas al Congreso local, que ante las mismas expectativas deberán pasar pronto, y no le extrañe que sean por unanimidad, ya que en esta ocasión los diputados del PRI tienen la mente en el 2012 y no se arriesgarán a ser señalados como responsables de ponerle freno a la transición.
Por lo pronto, hay poderes fácticos que han empezado a presionar bajo el criterio de exigir “justicia”, traducida en venganza contra la administración que se va. Curiosamente, quienes destacadamente la impulsan son parte de un priismo radical que pretende borrar al marinismo de su historia, y un sector extremo de la derecha, que aunque se vio privilegiada con contratos y obras, desea limpiar pronto su pasado.
Los poblanos en general demandan que ante los excesos, abusos y corrupción se castigue a los responsables, y ésa será responsabilidad de la autoridad, sin duda. Pero hasta hoy, en la legislatura mexicana no hay juicios sumarios. Cambios profundos es una demanda por la que votaron los ciudadanos, pero éstos deben darse dentro de la ley y no por estados de ánimo... y menos por intereses políticos personales.
La transición que encabezará Moreno Valle está involucrada con el movimiento social, plural y diverso que lo llevara al poder. El 1º de febrero habrá una convocatoria, en serio, para que la participación de la sociedad sea más profunda en la toma de las decisiones y se cumpla con la voluntad de la mayoría, esa que masivamente votó el 4 de julio. Es hora de tomarle al nuevo gobierno la palabra. De ello dependerá el éxito de la transición, no sólo de quienes rindan protesta.
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