Desfile Militar Conmemorativo CCIII aniversario Inicio de la Independencia de Mexico

Imagen del POPO en VIVO!!!

Imagen del POPO en VIVO!!!
Imagen del POPO en vivo del CENAPRED (click para agrandar)

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un niño, un balón y dos muertes...

Día de Muertos 2011

Rodrigo pereció al caer de la barda; la mamá se suicidó, cuenta la leyenda....

De un lado gritos; del otro, sólo el ruido del silencio.De un lado se corre por la gloria; del otro, la gloria está en el descanso.De un lado se grita el gol; del otro, se llora la ausencia.
Una larga y alta pared separa la vida de la muerte. Son pocos metros de diferencia los que hay entre las instalaciones del Deportivo Cruz Azul, y el panteón de Xochitepec.
A inicios de los 90, Cruz Azul decidió emigrar a La Noria, justo al lado del camposanto, justo al lado de donde los muertos descansan en paz.
Y parece que se enojaron, pues desde que La Máquina celeste arribó a Xochimilco, simplemente las cosas no se dan. Un título nada más en 14 años, es fiel reflejo de que las cosas no marchan como deberían.
Su nombre es Horacio Zavala, trabaja en el panteón desde hace 20 años, donde hace de todo: “Reparo tumbas, monumentos, los pinto, los dejo en buenas condiciones, lo que el cliente pida”, dice el de oficio albañil, quien se pasea entre las lápidas con gran agilidad, pero con mucho respeto.
“¿Cruz Azul? Pos sí, ahí están al lado. Ni nos pelan, ni los pelamos”, dice en todo despreocupado.
Niega que haya alguna maldición sobre los celestes, por haberse enclavado al lado de los que descansan en paz: “No... la verdad es que yo creo que no va por ahí. Lo que pasa es que son malos. Ya ves, el América como anda y eso que no está por aquí. Yo creo que si les va mal, es porque son malos y ya”.
Ha visto de todo por aquí, pero aclara, “nadie me ha espantado. Lo que sí he visto es gente que quiere hacer maldad, quiere hacer daño a otro. Hace muchas cosas con la ropa, con una botella de alcohol; vienen aquí y prenden velas de muchos colores, eso sí. Hay mucha gente mala que hace ‘trabajitos’ para que a otros les vaya mal”.
—¿No le habrán hecho eso a los de Cruz Azul?
—Ja. Esos ni se asoman por aquí. Los que vienen son los chamacos a treparse a la pared para ver a los jugadores y cuando se vuela un balón, lo agarran y se echan a correr para no devolverlo.
En eso, doña Engracia se hace presente. ¿De dónde salió? nadie sabe. Sólo el buen Horacio no se sorprende con su presencia; es más, parece como si no existiera.
Espera su momento para hablar y no lo pierde cuando éste llega. “Mi hijo vino una vez aquí. Era muy lindo mi Rodrigo, muy sano y le gustaba mucho el futbol... hasta que...”.
Llora, aunque ninguna lágrima sale de sus ojos; se lamenta, aunque ningún quejido sale de su boca. “Vino con sus amigos de la secundaria que está ahí enfrente. Ese día no entró a la escuela, se fue de pinta con sus compañeros”.
—¿Hace cuántos años de eso?
—No lo sé, no me quiero acordar. Sus compañeros lo retaron a subirse a la pared, para ver al equipo. Él no quería, era bien portado, pero ese día, algo le pasó.
Horacio ha vuelto a su trabajo, es como si nadie más existiera. “Un balón se voló al panteón —sigue su relato la señora—, él quiso agarrarlo antes que nadie y...”.
Y las palabras ya no se escucharon más... Doña Engracia se aleja, se va cómo llegó, sólo un olor a flores queda. Hay que preguntarle el final de la historia y hay que seguirla para saberlo...
Pero simplemente no está, simplemente desapareció. Horacio ve nuestra cara de desesperación, falta el punto final de la historia.
—¿A quién buscan pues?
—La señora, la del niño del balón.
—Aaah, esa. Bueno, yo nunca la he visto. Me han contado historias de que sí, un niño murió al caerse de la barda y su madre se suicidó después de su entierro”.
—Esas son leyendas. ¿Qué no la vio?.
“Yo no vi a nadie, sólo a ustedes que estaban tomando esa lápida, sí, la del niño ese. Mira qué curioso, murió por venir a ver a Cruz Azul, cuando él le iba al América”.
Y sí, esa lápida está cubierta con un gran escudo de las Águilas, con un balón amarillo como cabecera. Como aquel balón que el niño nunca alcanzó.


No hay comentarios: