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viernes, 13 de agosto de 2010

Los priistas ni lideran, ni siguen pero si estorban...

El 12 de abril de 1945 un hombre solitario entró en la catedral de San Patricio, en Nueva York. Había ido caminando desde el edificio de la CBS. Encendió una vela, y de rodillas musitó una oración.

En sus ojos había lágrimas. A pocas calles de ahí el dueño de un restorán puso este letrero en la puerta de su establecimiento: “Cerrado por la defunción de nuestro amado Presidente”. Aquel hombre solitario era Frank Sinatra; el dueño del restorán era Jack Dempsey. Lloraban, como todo Estados Unidos, la muerte de Franklin D. Roosevelt.

Algunas horas antes el Vicepresidente, Harry S. Truman, había pasado por la oficina del líder de la Cámara, Sam Rayburn, para invitarlo a tomar una copa. “Harry -le dijo éste-. Llamó el secretario de Prensa. Quiere que te comuniques con él inmediatamente”. En el teléfono, el funcionario le pidió a Truman que fuera a la Casa Blanca tan pronto y en forma tan discreta como pudiera.

Así lo hizo Truman. Cuando llegó fue conducido a las habitaciones presidenciales. Lo esperaba Eleanor Roosevelt. “Harry -le dijo poniéndole una mano sobre el hombro-. El Presidente acaba de morir”. Truman hizo una larga pausa. Le preguntó después a la Primera Dama: “¿Hay algo que pueda yo hacer por usted?”.

Respondió ella con una sonrisa triste: “Más bien pregúntame qué podemos hacer por ti todos nosotros. Ahora eres tú el que está en problemas”. La nación entera guardó luto por Roosevelt. La llamada “ciudad sin alma”, Nueva York, mostró una emoción que no se vio ni con la muerte de Will Rogers, ni cuando Lindbergh atravesó el Atlántico. En el Madison Square Garden se interrumpió una pelea de campeonato, y el público salió en silencio del estadio.

Y es que Roosevelt era querido por todos los norteamericanos. Sus famosas “Pláticas de Chimenea” hicieron de él un miembro de todas las familias del país. Era un hombre sencillo: invitado por la asociación Daughters of the American Revolution, grupo de damas descendientes de los fundadores de Estados Unidos, aristocráticas mujeres que se jactaban de la limpieza de su origen y veían con desdén y con recelo a los americanos de origen extranjero, les dijo en su discurso: “No se les olvide que todos los que estamos aquí, especialmente ustedes y yo, descendemos de inmigrantes”.

La gente lo quería por su sentido humano, y también por su sentido del humor, que sus quebrantos de salud nunca alcanzaron a disminuir. Rió a carcajadas por la errata de un periódico de Washington. Uno de sus titulares debía decir: “FDR in bed with a light cold”, es decir “FDR en cama con un ligero resfriado”, y en vez de eso apareció: “FDR in bed with a light coed”, o sea: “FDR en cama con una colegiala ligera”.

Hacía bromas acerca de sí mismo. En una reunión con dirigentes del Partido Demócrata -su partido- narró la historia de un joven soldado norteamericano que terminó su servicio en Guadalcanal. Estaba triste porque no había matado a ningún japonés. “Ni siquiera he visto a uno -se lamentaba-. Están ocultos en la selva”.

Su sargento le dijo: “Camina media milla fuera del campamento, y grita: ‘¡El emperador Hirohito es un hijo de tal!’. Al oír eso saldrá un japonés. Entonces podrás matarlo”. Obedeció el soldado, pero volvió poco después. “Grité lo que usted me dijo, mi sargento -le contó-. Y en efecto, apareció un japonés. Pero al verme gritó: ‘¡El Presidente Roosevelt es un hijo de tal!’. ¿Y cómo iba yo a matar a un buen republicano?”. Roosevelt no era un hombre particularmente brillante. De él dijo Oliver Wendell Holmes: “Tiene una inteligencia de segunda, pero un carácter de primera”.

Ese temple, su cercanía con el pueblo, su sencillez, su firme talante democrático, su fortaleza personal, lo hicieron ser el líder de su Nación en uno de los más difíciles momentos de su historia.

México vive ahora tiempos de dificultad. Necesita un líder. El presidente Calderón ha sido un lider en la lucha contra el narco, pero el PRI, apuntando hacia el 2012, apuesta al fracaso de esta lucha, poniendose para estorbar esta pelea, "que se pierda el pais, pero que no pierda yo" parece decir Beatriz PAredes,

y asi, pretenden que voten por ellos en 2012?

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