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martes, 23 de noviembre de 2010

Gordillo, SNTE, Cofipe, Peña y Frenar maestros mapaches en el 2012

En una franca violación al código electoral, la señora Elba Esther Gordillo arrancó ya su 2012 presidencial. Y por todos los indicios a la vista, decidió abandonar su alianza estratégica con el PAN y firmar un pacto secreto con el precandidato presidencial priísta Enrique Peña Nieto.

El asunto no es menor. Se trata de que la señora Gordillo ha violado sistemáticamente el código electoral al utilizar al SNTE --un organismo gremial sindical-- como instrumento político a favor de partidos y candidatos.

Y el asunto es de suma importancia por el hecho de que ya se conformó una corriente de académicos y ex funcionarios que le han solicitado formalmente al presidente Calderón el fin de la alianza con Gordillo-SNTE. En el fondo, la intención es que el gobierno federal tome las decisiones pertinentes para destruir al SNTE como instrumento de cacicazgo político al servicio de los intereses de una persona.

De todos modos, la señora Gordillo ha cruzado impunemente una de las líneas de peligro que había marcado el viejo sistema político priísta: convertir a un sindicato en un instrumento político no para el gremio sino para su líder. El poder del SNTE radica en la perversión del sistema educativo: descentralización de los servicios de prestación de la educación pública a los estados, pero manteniendo la existencia de un sindicato nacional.

La disfuncionalidad del sistema educativo a nivel de magisterio radica en el hecho de que los gobernadores tienen que esperar pasivamente la revisión salarial que haga el SNTE para todos los maestros del país pero luego negociar una agenda estatal por las presiones de las secciones sindicales que, por lo demás, carecen de la titularidad del contrato colectivo pero que tienen que aprobar partidas especiales para desactivar las movilizaciones callejeras. Así, los gobiernos estatales pagan dobles revisiones salariales.

Por tanto, la salida natural sería la firma de contratos colectivos de trabajo de los gobernadores con las secciones sindicales estatales, a fin de que el sindicato nacional deje de ser un instrumento de chantaje político. Y que los maestros también ya no sean carne de cañón electoral al obligarlos Gordillo a realizar funciones de mapaches electorales procesos de votaciones.

El problema del SNTE es que abandonó su papel de defensa del bienestar de los maestros y se transformó en un aparato político de coerción sobre el gobierno federal y sobre los gobiernos estatales. Y en cuestiones políticas, el SNTE es un aparato electoral que viola el Cofipe al ser la base de organización del Partido Nueva Alianza y vender su apoyo electoral en urnas, casillas y apoyo a candidatos.

La organización del SNTE como organismo nacional tiene que ver con la fuerza económica de las cuotas de más de un millón de agremiados. La señora Gordillo fue ungida como jefa del SNTE por Carlos Salinas de Gortari, Manuel Camacho Solís y Marcelo Ebrard en 1989, cuando el gobierno salinista decidió reventar el liderazgo de Carlos Jongitud Barrios como jefe del gremio. Cuando se terminó el plazo de las reelecciones en la secretaría general del sindicato, la señora Gordillo se inventó el cargo de presidenta y se dio reelecciones sin fin.

Hoy el SNTE es el último de los monstruos gremiales del viejo régimen priísta. Si los maestros eran los apóstoles de la educación como una de las conquistas más generosas de la Revolución Mexicana --la educación gratuita--, hoy es sólo una agencia electoral paralela con suficiente fuerza para evitar el ejercicio democrático de los procesos electorales. En la inauguración de las oficinas de la sección sindical 36 en Ecatepec, Estado de México, Gordillo le dio el espaldarazo a la precandidatura priísta de Peña Nieto, a pesar de que ella fue prácticamente echada del PRI por jugar contra el PRI. El apoyo a Peña Nieto explica la ofensiva de Gordillo contra el secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, precandidato presidencial del PAN.

El juego político de la señora Gordillo al usar al SNTE como instrumento electoral ha exhibido la incapacidad del IFE para poner orden en los procesos electorales. La señora Gordillo violó el artículo 22 del Cofipe que señala la prohibición de que “organizaciones gremiales o con objeto social diferente” en la creación de partidos; el SNTE no sólo apuntala partidos y candidatos sino que impunemente apareció como base del Panal. También violó la fracción III del 28 que prohíbe la intervención de organizaciones gremiales en las asambleas de fundación de partidos.

El problema del SNTE es que no es sindicato ni partido político sino un monstruoso grupo de presión capaz de someter a las autoridades electorales, laborales, políticas y de gobierno a la voluntad de la líder. Y no se trata, en realidad, de un liderazgo sino de un verdadero cacicazgo al viejo estilo priísta, basado en la tradición de Fidel Velázquez como jefe del aparato de control y mediatización de los trabajadores. Del sindicalismo priísta se pervirtió justamente por la inamovilidad de los líderes. Así, el espíritu de Fidel Velázquez ha renacido en Gordillo, con todos sus defectos y ninguna de sus pocas virtudes.

El problema de Gordillo ha entrado en una zona de turbulencia por la ofensiva de académicos y organizaciones, liderados por Gilberto Guevara Niebla, para organizar un movimiento nacional contra Gordillo por su papel negativo en l educación. El movimiento Coalición Ciudadana por la Educación crece --www.porlaeducacion.mx/-- y ha puesto el tema Gordillo en el centro del debate sobre el futuro de la educación pública.

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