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viernes, 24 de junio de 2011

Avanza el diálogo...

 Por más de tres horas, víctimas de la violencia -encabezadas por Javier Sicilia— sostuvieron un diálogo con el presidente Felipe Calderón. 

Contra lo que se ha dicho que fue irresponsable actuar, pienso sinceramente que lo verdaderamente irresponsable hubiera sido no actuar. Sí efectivamente, el Estado tiene responsabilidad y tienes razón, pero no haber cumplido todos los órdenes de gobierno con su deber de proteger la vida de las víctimas y en ese sentido todos los que integramos el Estado somos responsable.

Y coincido en que debemos pedir perdón por no proteger la vida de las víctimas pero no por haber actuado contra los criminales que están matando a las víctimas, eso definitivamente es un error y en eso, Javier, sí estás equivocado.

He sabido, por ejemplo, de jueces que han recibido dinero o que dialogan con criminales, y que liberan a criminales, pero mientras yo no tenga una prueba, o la procuradora no tenga una prueba, ese juez es juez, y ese ciudadano es ciudadano, y es además, es inocente.
Sí. Ya sé, en papeles manuscritos, que no tienen valor probatorio pleno. Ya lo sé. Ya me sé, perdónenme la expresión, la cantaleta de los jueces. Pero yo sé que están en la nómina, yo sé cuánto reciben.

No es paz porque ellos pueden tener el control de Mante, Tamaulipas, y que no se mueve un alma sin su permiso, eso no es paz, porque la gente ya depende de ellos, ni es justicia, mucho menos, porque matan al que se le da la gana, porque lo miro feo, mucho menos no es dignidad, don Javier.




Javier Sicilia dijo al presidente Felipe Calderón que está obligado a pedir perdón por las víctimas de esta guerra sin sentido y le demandó “una redefinición de la estrategia”, que termine con el enfoque militarista y lo sustituya por una visión más amplia y estructural.
“Estás equivocado”, reviró con golpes en la mesa el mandatario. Acotó que sí es dable pedir perdón por las víctimas muertas que no pudo defender el Estado, no lo haría por proceder contra los criminales. En mi lugar usted haría lo mismo, afirmó, y deslizó que los criminales intervienen hasta sus comunicaciones. 

Acordaron reunirse en tres meses, pero ayer Sicilia señaló: “En su calidad de representante del Estado está obligado a pedir perdón a la nación, en particular, a las víctimas. En segundo lugar, hemos venido hasta aquí a que nos haga justicia (…) en tercer lugar, a que juntos detengamos esta guerra y busquemos condiciones para la paz con justicia y dignidad”. 



“Coincido en que debemos pedir perdón por no proteger la vida de las víctimas, pero no por haber actuado contra los criminales que están matando a las víctimas, eso definitivamente es un error y en eso, Javier, sí estás equivocado —dijo y golpeó la mesa—. Sí, sí es de pedir perdón por la gente que murió a manos de los criminales, por no haber actuado contra esos criminales”, replicó el presidente Calderón. 



“Si de algo me arrepiento, en todo caso, no es de haber enviado fuerzas federales a combatir criminales que nadie combatía por miedo o estaba comprado con ellos. De lo que me arrepiento es de no haberlos mandado antes y tener un operativo justo en Cuernavaca, que pudo haber atrapado a la banda que mató a Francisco (Sicilia)”, defendió el mandatario. 

El escritor, quien perdió a su hijo Juan Francisco a manos de criminales, inició el diálogo con Calderón en el Castillo de Chapultepec con la solicitud de un minuto de silencio por los 40 mil muertos, “víctimas de esta guerra atroz y sin sentido”, contra un ejército inexistente, integrado por criminales, pero sobre todo por declarar esa guerra sin haber hecho antes una reforma política profunda y saneado las instituciones. 



“Pude hacerme pato”, replicó Calderón. Y le dijo al escritor que claudicar o echarse para atrás no significaría la paz, por ello justificó su acción a pesar, agregó, de que sea juzgado en el futuro de manera injusta y no se le recuerde por sus acciones en educación o salud, sino por el combate a la inseguridad. 

“Y la verdad es que prefiero, insisto, que me juzguen, a veces creo que injustamente. En fin. La historia lo dirá, por haber actuado, que por haberme quedado quieto”, asentó Felipe Calderón. 

Sostuvo que “hubiera sido muy cómodo no actuar, pero como presidente vi la amenaza del crecimiento brutal y despiadado del crimen y me decidí a actuar”. La corrupción tradicional del sistema político, adujo, propició el crecimiento de la criminalidad.
“Hay quienes afirman que la violencia que vive México ha sido generada por el Estado. Que todo es culpa, como usted ha dicho, de que el presidente decidió lanzar al Ejército a las calles a esta guerra absurda, y que se asume, en consecuencia, que la solución es detener esta guerra. Sinceramente, Javier, pienso en este punto que la premisa está equivocada”, dijo. 



Después de la respuesta de Calderón en torno a que la violencia no se detendrá si se retiran las fuerzas federales, Sicilia le aclaró al mandatario que no le cuestiona su ataque a los delincuentes y jamás restarían responsabilidad a los criminales. 

“El problema, señor Presidente, es que usted piensa que los malos están afuera y los buenos están adentro. El problema es que usted se lanzó a la guerra con instituciones podridas, con instituciones que no dan seguridad a la nación, con instituciones con altos grados de impunidad”, precisó. 

El escritor enlistó una serie de propuestas, entre otras, crear una comisión de la Verdad y de la Reconciliación o Fiscalía Social de la Paz que dé visibilidad a víctimas inocentes o culpables, que proponga una Ley de Atención y Protección a las Víctimas, pidió un mausoleo, revisar el fuero militar, reparación del daño, protección a defensores de derechos humanos y periodistas, además de coincidir en el planteamiento presidencial de la reforma política que dote de más poder al ciudadano, a través de la reelección, entre otros instrumentos, como las candidaturas ciudadanas. 

Antes, Sicilia planteó abrir la discusión de la despenalización de las drogas, crear auditores policiacos independientes en la Policía Federal y recursos iguales para salud y educación que para seguridad, lo cual refutó después Calderón al afirmar que éstos han sido superiores como sugirió el poeta. 

Sin embargo, la sesión de casi tres horas transcurrió sin incidentes. “¿Les parecemos bajas colaterales, números estadísticos, el 1% de los muertos? De cara a esa justicia que reclamamos, venimos hasta aquí, en primer lugar a que reconozcan la deuda que el Estado mexicano tiene con las víctimas, con sus familias y la sociedad entera”, dijo.
En seguida, Sicilia enderezó su cuestionamiento al Poder Judicial: “Ya hemos hablado del Poder Legislativo y los gobiernos, hemos hablado del Poder Ejecutivo, pero no hemos hablado del Poder Judicial; de hecho, ellos son los más omisos en este movimiento y en este diálogo; no hemos recibido de parte del Poder Judicial una sola llamada y ellos tienen responsabilidades muy graves frente a la nación”. 

Expuso que aunque tienen dudas fundadas de que el diálogo no serviría de nada, lo aceptaron. Dijo que las víctimas son de una guerra que “no es nuestra, sino entre ustedes y los narcotraficantes”. Calderón respondió que no pretende eludir su responsabilidad como presidente. A la gente, sostuvo, no le puede decir “espérenme tantito, voy a hacer primero una reforma política y a reformar las instituciones. Tengo que actuar con lo que tengo (…) si tuviera piedras, lo haría esperando tener el aliento de David para hacerlo”.
Calderón dijo que sabe cuánto reciben jueces, pero mientras no se tengan las pruebas ese juez es inocente. “Yo sé que están en la nómina, yo sé cuánto reciben (…) He sabido, por ejemplo, de jueces que han recibido dinero o que dialogan con criminales, y que liberan a criminales, pero mientras yo no tenga una prueba, o la procuradora no tenga una prueba, ese juez es juez y ese ciudadano es ciudadano, y es, además, inocente”.
Más tarde, la Suprema Corte de Justicia de la Nación manifestó su disposición al diálogo con las organizaciones que luchan por el mejoramiento de la seguridad pública y la erradicación de la violencia. 

En su comunicado, sostuvo que el Poder Judicial estableció vigilancia a jueces y magistrados federales, que funcionan “tanto para garantizar una justicia imparcial como para aislarlos de presiones externas”. (Con información de María de la Luz González)

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