El primero de estos satélites fue colocado en órbita en junio de 1985, por el transbordador Discovery de la NASA. En noviembre del mismo año fue lanzado el Morelos 2. Este es recordado porque en el transbordador Atlantis, que lo puso en órbita, viajó como miembro de la tripulación el doctor Rodolfo Neri Vela, primer mexicano en el espacio.

Pero, ¿por qué se ordenaron dos? Simplemente, por seguridad y respaldo, para garantizar el servicio. Aun cuando los satélites se diseñan, integran y prueban para soportar el riguroso ambiente espacial y el del lanzamiento, siempre existe un riesgo, aunque muy pequeño. Dada la necesidad de comunicación y los altos costos de inversión, es necesario asegurar el éxito de los programas satelitales.
Basta saber que para poder escapar de la gravedad terrestre y desplazar un peso de más de 500 toneladas de un vehículo lanzador actual, de las cuales el 90% corresponde a combustible, 9% a la estructura y componentes y el 1% a la carga útil, los cohetes deben alcanzar una velocidad mínima cercana a los 10.5 km/s, lo cual significa un riesgo para la operatividad (buen funcionamiento) de los satélites.
Adicionalmente, los satélites en órbita, soportan temperaturas extremas (que oscilan entre -200º C y 180º C) y su órbita es perturbada entre otras cosas por la presión de radiación solar. Así mismo, siempre están expuestos a impactos de micro partículas que están viajando a alta velocidad (micrometeoritos).
El satélite Morelos 2 tenía una vida de diseño de nueve años, o sea, hasta 1994; sin embargo, gracias a una estrategia de minimizar las correcciones de su órbita, se logró alargar su vida útil hasta el año 2004.
En Junio de 2004 con lo último que le quedaba de combustible, el Morelos 2 fue sacado de la orbita geoestacionaria y enviado a una orbita de desecho donde recibió comandos para apagar todos sus sistemas y quedar de esta manera completamente desactivado.
Al quedar en desuso, los satélites de Satmex que son geoestacionarios y operan en una órbita alta (36 000 km de altura) son alejados un poco de ésta, a fin de que su posición orbital quede liberada y pueda ser ocupada por el nuevo satélite.
Cabe señalar que también existen satélites que están en órbitas bajas (1 000 km o menos). Éstos se eliminan al ser empujados hacia la Tierra, donde se desintegran por la fricción con la atmósfera, en un procedimiento controlado, de tal manera que si hubiera trozos de material, éstos caerían en zonas donde no representen riesgo a personas o propiedades.


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